La cuaresma es tiempo de conversión, tiempo para volver a Dios, tiempo para mirar a Jesús y seguir aprendiendo de él y de su Evangelio. El miércoles de ceniza se nos indicaban tres medios para la conversión: limosna, ayuno y oración.
La limosna se puede identificar con nuestro compromiso con la justicia. Al ayuno le podemos llamar compromiso con el decrecimiento, la renuncia consciente a no consumir más allá de lo estrictamente necesario, para poder asegurar un mundo humanamente sostenible para las generaciones futuras. La oración, ayer como hoy, es una invitación al cultivo de la espiritualidad, experiencia que nos humaniza, porque nos hace ponernos en contacto con el Misterio que nos habita: Dios mismo. Y en Dios, lo único que nos tienta es la Vida.
P. Angel Mª Ipiña Garmendia, csv

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