Meditando el Evangelio de hoy, Jn 6, 1-15, me detuve en la última frase del mismo: "Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña". 
Reflexioné sobre la necesidad de momentos de soledad para entrar en contacto con nosotros mismos. Para aislarnos de las adulaciones (querían hacerlo rey, nos dice Juan), de la gente que desea sacarnos de nuestro eje, de la violencia y de los obsecuentes...
Necesitamos de la soledad para encontrarnos y encontrar a Dios, que nunca se halla en los artificios y en la luminarias de la adulación; sino en la sencillez del pesebre, junto a los humildes pescadores, en el camino de Emaús, en la Cruz y en la alegría del sepulcro vacío...
Retírate al silencio, encuentra la paz en tu alma, recupera la calma, saber que no somos reyes ni reinas, sino hijos del verdadero Rey...Es Jesús quién nos lo enseña!!!
@Ale Vallina.

Evangelio de hoy:
Después de esto, Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. 
Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos. 
Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. 
Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. 
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?". 
El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. 
Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan". 
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: 
"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?". 
Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. 
Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. 
Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada". 
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. 
Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo". 
Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña. 
Jn 6, 1-15


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